Futuro pluscuamperfecto

If anything can go wrong, it will
Corollary: It can
MacGillicuddy's Corollary: At the most inopportune time
- Murphy's Law


Había sido un mal día para Sebastián. De esos en los que misteriosamente se acumulan una serie de eventos lo suficientemente malos como para ser fastidiosos, pero no necesariamente tan malos como para ser una tragedia. Y eso era incluso antes de encontrarse con el extraño en su casa.

En la mañana, la última caja de leche había alcanzado para llenar sólo tres cuartos de la taza. Una de las dos tostadas tenía sabor a quemado. Un poco de mantequilla cayó sobre su corbata, dejando una pequeña mancha que sólo podía verse desde ciertos ángulos y bajo ciertas condiciones de luz, y que, por lo tanto, fastidiaba pero no ameritaba un cambio. Nada tan dramático, sólo lo justo para fruncir el ceño.

Al subir al auto notó que tenía un pequeño ruido casi imperceptible y de aparición errática. El siempre increíble clima limeño calentaba el interior a un nivel perfecto para sentir calor con el aire acondicionado apagado, pero sentir frío al prenderlo. Se vio forzado a abrir la ventana del conductor a la mitad. Al frente, dos autos avanzaban con la misma lentitud por ambos carriles, impasibles, ante los otros veinte que se acumulaban detrás. La radio de música de los ochentas había elegido para hoy, al parecer, una selección de las más oscuras canciones de esa década.

Todos los semáforos parecían ser conscientes de su presencia y cambiaban a rojo cuando estaba por llegar al cruce. Y en todos los cruces era acosado por un vendedor ambulante de golosinas que, al ver su vidrio a medio bajar, consideraba a Sebastián como una presa más fácil frente a los otros conductores con las ventanas cerradas.

- Caramelos de limón, a china la bolsa de diez. Apóyame en ese sentido pe, varón.
- No gracias. No deseo caramelos de limón.
- Ya pe varón, apóyame. Caramelos de limón pe. Siempre sirven p’algo.
- No, no.
- Pa' los sobrinos pe. Yo ya pagué pe, ya pagué.

Y fue así como, luego de una hora de manejar hasta el Callao, se enteró que el cliente que había insistido en tener una reunión a las ocho de la mañana se había enfermado. Su secretaria había pensado en llamar a Sebastián para decirle que la reunión estaba cancelada, pero al parecer tenía mal apuntado el número de su celular y sólo había podido comunicarse con un panadero en Huachipa. Le pidió a Sebastián que, a pedido de su jefe, cambie la fecha de la reunión para la misma hora del día siguiente.

Eran las 8:03 AM cuando Sebastián decidió regresar a su casa, tomarse la mañana libre y dormir un poco. A ver si al despertarse de nuevo podía engañar al universo para que piense que el mal día ya había pasado y que ahora tocaba uno bueno. Tal vez se levantaría recibiendo una llamada en la que por fin le ofrezcan un trabajo en algo relacionado a lo que se había pasado estudiando siete años. Podía escuchar la voz de su madre: "¿Para que estudias esas carreras raras? Te vas a morir de hambre. Estudia derecho, ¿no has visto cómo los abogados tienen plata?". Morirse de hambre parecía buena alternativa en ese momento.

Por supuesto que, en la ruta de regreso y en hora punta, estuvo metido casi dos horas en un terrible embotellamiento en la Javier Prado. De esos que no pueden generarse de manera espontánea y sólo ocurren cuando se encuentra presente un policía de tránsito que, para justificar su presencia, hace que los autos se detengan en la luz verde y avancen en la roja. Algo que hubieran hecho de todos modos.

Trató de escabullirse por una calle lateral. Esto requería una precisión quirúrgica para poder llevar su auto desde el carril izquierdo al derecho entre todos los otros conductores. Esperó su oportunidad. Una pequeña ventana en el tráfico. Ahí. Usar la luz direccional sólo habría provocado que el conductor que se acercaba, al verla, acelere para no dejarlo pasar porque, ah no, si yo estoy pasando primero no te me vas a meter. Aceleró en el momento preciso y logró cambiar dos carriles sin problema aparente hasta que sonó el silbato. Un policía, escondido entre unos árboles, lo estaba parando.

- Señor, me va a perdonar usted, ¿ve?, pero ha maniobrado usted temerariamente sin hacer su señalización respectiva, ¿ve?
- Pero jefe... si no venía carro...
- Mire señor, yo aquí estoy cumpliendo mi labor, ¿ve?
- Bueno, bueno. Ya. Póngame la multa nomás.
- Ah, cómo... ¿Está usted insinuando que tiene contactos arriba y que la multa no importa? No me amenace señor.
- ¿Qué? ¡No, no! Me ha entendido mal... Es que estoy apurado y quiero terminar con esto.
- Señor ¡Yo soy insobornable!

Cuando por fin consiguió llegar a casa, y con una multa por supuesto, encontró debajo de la puerta un grupo de recibos y papeles que no estaban ahí en la mañana. Revisándolos se enteró que la empresa de energía eléctrica había aumentado el tamaño de sus recibos para su mejor comprensión y para facilitarle la vida a sus usuarios. Luego descubrió que la empresa de televisión por cable había reducido el tamaño de sus recibos para su mejor comprensión y para facilitarle la vida a sus usuarios. Tanta preocupación por los usuarios se le hacía sospechosa. Rompió ambos. Total, no los pensaba pagar. Algo lo picó en la pierna. Sintió un pequeño mareo. Un extraño surgió de algún lugar y lo ayudó a sentarse en su sofá preferido. Que amable.

Algo en su cabeza le decía que algo andaba mal con la situación. Que, por más amable que fuera, encontrar un extraño en su casa no era normal. Todo le daba vueltas. No lo habia notado pero los colores eran tan vivos. El hombre se sentó frente a él en otro sofá. Trató de preocuparse pero en eso notó que la pared de su sala se estaba humedeciendo con alguna fuga de agua y eso lo tranquilizó totalmente. La vida era hermosa. La canción "Lucy in the sky with diamonds" le vino a la mente.

- Hola Sebastián, mi nombre es Jurgen.
- Hola, mucho gusto.... Lucy....
- No te preocupes. Te he inyectado un suero especial que inhibe algunas respuestas de tu cerebro. Por ejemplo, el miedo. Asi podremos facilitar la conversación. Y no te preocupes, el efecto sólo dura unas tres horas. Eso si, los diez primeros minutos son un poco atontadores.
- Que bonito.... es azul...
- Para cuando termine el efecto ya habremos terminado. Estaremos de vuelta y podremos conversar un poco sobre el futuro.

La casa dejaba de moverse poco a poco, pero aún se sentía como dentro de un sueño.

- El futuro.
- Ah sí, es de ahí que yo vengo. El año 2174 según tu calendario.
- 2174... ¿Y Perú ya ganó algún mundial de fútbol?
- ¡Ja, ja! Nunca se sabe cómo va a reaccionar una persona, pero no me esperaba esto... No, lo siento. Es una historia triste, vamos a dejarla de lado por el momento.
- Si, mejor..

De hecho todo lo que Jurgen decía parecía excelente. Si tan sólo pudiera entender por qué.

- Espera que te sirvo un poco de jugo de naranja para quitarte el aturdimiento. Yo también voy a tomar un poco, no pruebo naranja hace años. Bueno, hace años pero dentro de muchos años... ¡Bah! No enseñan en la escuela cómo hacer con la gramática cuando viajas en el tiempo.
- Debe ser futuro pluscuamperfecto. Nunca entendí qué era, pero esa palabra siempre me sonó sospechosa.

Sebastián esperó con calma mientras Jurgen regresaba con un vaso de jugo. Al probarlo sintió que, efectivamente, la mente se despejaba un poco. Podía pensar con más claridad, pero por algún motivo le era imposible reaccionar frente a la extraña situación en su sala. Simplemente una parte de su cerebro estaba apagada. Quería alterarse, asustarse, algo. Pero no podía.

- ¿Cómo sé que realmente eres del futuro?
- Bueno, te puedo contar que el próximo presidente de Brasil será de raza negra.
- ¿Y cómo se supone que voy a comprobar eso ahora?
- Excelente, estás pensando claro, cuestionando. Te necesitamos así.
- No respondes a mi pregunta.
- No hay nada que pueda decir ahora que te permita creerme, porque no tenemos tiempo para esperar. Tampoco es que sepa de memoria lo que pasó en Lima en cada momento del pasado, sólo conozco lo más resaltante de la historia, como todos. Lo que sí sé es que en cuatro años, tres meses y 12 días una explosión en tu laboratorio durante la noche destruirá tus avances en la síntesis del ARN. No podemos dejar que eso pase, es por eso que Luna me envió.
- No tengo ningún laboratorio y no conozco a ninguna Luna.
- Industrias Luna, el conglomerado tecnológico más grande del mundo desde el año 2024. Felices poseedores de una máquina del tiempo... aunque cuando el profesor Ryshko la diseñó en realidad no sabía lo que estaba haciendo. El plan era crear un impulsor hiperespacial que permitiera a una nave viajar a galaxias cercanas. Su piloto, el Capitán Kovs, desapareció en el viaje de prueba.
- Pobre.
- Para nada. Qué sorpresa nos llevamos al descubrir registros de un Georgii Kovs viviendo en Rendlesham, Reino Unido, en 1981... el cual nos había dejado un mensaje en una escultura de su creación, en un museo que él sabía que sería trasladado a Luna en el 2062 y únicamente visible con los sensores magnéticos de mi época. En fin, ya tendrás tu laboratorio, tranquilo. Te contratarán en dos años.

Sebastián sentía que algo importante se le estaba pasando, un factor que no encajaba en la historia, pero la droga no lo dejaba enfocarse. Jurgen miró rápidamente su reloj. Para ser un hombre del futuro, su reloj era sorprendentemente similar a un Tag Heuer Microtimer como el que Sebastián pensaba comprarse algún día.

- ¿Te gusta? Entonces es para tí. Te lo doy luego como un pequeño recuerdo de nuestra aventura, además de la satisfacción de salvar al mundo, claro. Todavía tenemos 11 minutos para la próxima ventana de partida, así que podemos seguir hablando.
- ¿Ventana de partida?
- Bueno, sí. Lo que sucede es que no podemos viajar en cualquier momento, tenemos que seguir la trama del espacio-tiempo. Cada instante del presente en que te encuetres conecta sólo con otros dos puntos, uno en el pasado y otro en el futuro. Por ejemplo, para llegar al momento antes de la explosión tenemos que partir en 11 minutos. Es teóricamente posible, usando una serie de saltos contínuos, llegar a un momento específico que estemos buscando. Pero por ahora nuestra máquina no soporta más de dos saltos seguidos. Créeme, de otra manera hubiera escogido otra fecha para venir por tí, pero las opciones eran pocas. Tal vez más adelante dominemos mejor la tecnología pero por ahora los instantes en los que podemos viajar son limitados.
- Y cuando terminemos a donde nos vamos.
- A ningún lado, al menos no saltaremos en el tiempo en ese momento. De hecho, luego de saltar a tu laboratorio, no tendre otra ventana de regreso a mi tiempo hasta dentro de 24 días. Así que tendremos que abrir las puertas, sacar la máquina sin que nos vean, venir a tu casa y esperar. Por eso te comentaba que el tiempo para conversar a fondo será después. Tenemos que planear cómo hacer para que nada de lo que estas aprendiendo ahora afecte mucho los próximos años.
- Es decir, que si no logramos detener esta explosión de la que hablas ese día...
- No te preocupes. El laboratorio estará protegido por puertas blindadas, pero al principio eso no importa ya que nosotros nos transportaremos dentro del edificio 70 minutos antes de la explosión. Nadie nos verá llegar. Yo sé cuales son los parámetros que hay que cambiar en el sistema de control del reactor para que no genere una reacción en cadena y cause la explosión.
- ¿Y dónde entro yo?
- Tu parte es muy fácil, sólo tienes que activar el lector biométrico. Es un escáner que revisa la estructura del sistema de arterias de tu cabeza para autenticarte como usuario registrado. Totalmente infalsificable, solo tú puedes activarlo. Necesito que lo hagas una vez para que el sistema apruebe mis cambios y detenga la reacción y luego otra vez para abrir las puertas al salir. Cuando estemos afuera cierras todo de nuevo y listo. Eres un héroe con sólo poner tu cabeza frente a una cámara tres veces. Créeme, no pienso morirme en una explosión, sé lo que hay que hacer. Quedan 9 minutos.

Increíble. Sebastián estaba emocionado, dentro de los límites que la droga permitía. Al parecer su existencia si servía de algo después de todo. Salvar al mundo. Sin embargo, algo seguía fastidiando en algún lugar de su cabeza. Tomó un poco más de jugo de naranja. ¿Qué era? Algo referente al proyecto este sobre el ADN...

- ¿Por qué es tan importante ese proyecto sobre el ADN para la humanidad?
- ARN, al final tú descubres que esa era realmente la clave de todo.
- Como sea... algo no está bien...
- En efecto. Mira, es mucha información en tan poco tiempo. Mejor te explico los detalles después.
- ¿Estás loco? Llegas a mi casa, me drogas, me cuentas historias raras sobre el futuro, me dices que voy ser un héroe... ¿Y ahora no me vas a decir por qué?
- ¡Ja, ja! En tu perfil no estaba registrado este tipo de comportamiento. Callado y sumiso, decía. Bueno, que más da. Si quieres saberlo, es tu derecho... al fin y al cabo te estamos todos agradecidos.
- Soy todo oídos.

Una imagen de unas orejas enormes le vino a la mente. Sacudió la cabeza. Tenía que prestar atención.

- En el año 2073 una civilización extra-solar hace contacto con nosotros. Al parecer su ruta los llevaba cerca a nuestro sistema cuando notaron las emisiones de nuestras centrales de fisión en el cinturón de asteroides. La verdad no conocemos muchos detalles ya que, emocionados como es natural con ese contacto, no tomamos las precauciones necesarias. En menos de nueve días la población completa de la Tierra estaba muerta a causa de un virus que ellos portaban sin tener idea de lo dañino que podía ser para las formas de vida de carbono como nosotros. Sólo un puñado de empleados de Industrias Luna sobrevivimos.

Jurgen se notaba claramente emocionado. Sebastián pensó que tenía que sentirse mal o algo. Era la Tierra después de todo. Todo el mundo. Pero como no pudo hacerlo, se limitó a preguntar.

- ¿Por qué sobrevivieron?
- Todos los involucrados habíamos estado trabajando en retomar el proyecto que se perdió con la explosión de tu laboratorio y que había sido olvidado por años. Al potenciar nuestro ARN cómo tú indicabas, se activaron cambios en nuestro sistema inmunológico, entre otras cosas. Yo soy 40% más inteligente que el humano promedio... y mis reflejos son 20% más rápidos. Pero el hecho es que nos salvamos y fue fácil determinar la razón. La única oportunidad de ayudar a la Tierra era viajar a este momento, impedir la explosión, y así conseguir que para el 2073 todos los humanos ya estemos potenciados.
- Algo se me está pasando...
- Tienes razón, vamos avanzando. Quedan sólo 5 minutos y el vehículo lo dejé en el jardín de tu casa. Ven, dame la mano. Es ahora o nunca.

Caminaron juntos hacia la parte trasera de la casa. En el jardín se encontraba un vehículo en forma de rectángulo casi perfecto, de unos 5 metros de largo y casi 2 de alto. Dos detalles rompían la monotonía del diseño: una cabina en la parte delantera con una inmensa luna transparente y unas rejillas en la parte posterior. Bueno, ese armatoste no estaba ahí en la mañana, así que todo parecía indicar que la historia de Jurgen tenía evidencia física.

- No es bonita, pero funciona. Estaba diseñada para una sola persona así que vamos a estar algo apretados... eso es... tu aquí... perfecto.

Agachado en un rincón de la minúscula cabina, Sebastián pensaba en pedir más dosis de la droga para el resto de su vida, ya que estaba seguro que se volvería loco si el efecto inhibidor desaparecía en algún momento. Jurgen apretaba una pantalla con algunos símbolos. Dos segundos después, sintió que su cabeza intentaba implosionar. El dolor fue tan intenso que perdió el conocimiento.

Oscuridad. En el fondo, sonidos apagados. Sombras moviéndose frente a sus pupilas. De pronto, un dolor en el brazo y el mundo tomó forma de nuevo. Abrió los ojos y se levanto de golpe, inhalando todo el aire que podía. Estaba en un cuarto lleno de máquinas con apariencia de bombas de agua, pero mucho más grandes.

- Hey, disculpa que te despierte así, pero el viaje te afectó más de lo pensado y has estado inconsciente casi una hora. Tuve que inyectarte un estimulante concentrado.
- ¿Qué? ¡No!
- Luego nos preocupamos de los efectos secundarios. Escucha, ya hice todos los cambios en el sistema pero necesito que vayas al lector biométrico y lo actives o en 12 minutos vamos a ser parte de la pared. Rápido, luego abres las puertas y...
- ¡No! ¡Escúchame! ¡Todo está mal! Recién puedo pensar claro con esa cosa que me has puesto... Yo... yo no puedo ser el que diseñó todo esto.
- Tranquilo, Sebastián. El estimulante te ha alterado. Concéntrate. Ven conmigo, el sensor está en esa esquina, ¿lo ves? Sólo párate al frente y listo.
- Jurgen, escúchame. Hay un error. Yo soy historiador. Estudié siete años historia, algunos dicen que por gusto. Llevo diez años vendiendo muebles de oficina. No hay forma que yo tenga algo que ver con este laboratorio.
- Claro que sí. Sebastián García, nacido en Trujillo el 30 de mayo de 1976, estudiaste en la Universidad de Ciencias del Lima, estuviste a punto de casarte en el 2001, en dos años crearás la teoría que te hará famoso. Hemos estudiado todos tus registros antes de viajar. Ahora, ponte de pie y haz lo que te digo por favor, se acaba el tiempo.
- Jurgen...
- ¿Sí?
- Yo nací en Arequipa.
- ¿Qué dices?
- Arequipa, no Trujillo. Nunca tuve novia. No sé dentro de 150 años, pero García debe ser el apellido más común en esta época.

Jurgen se quedó quieto sin decir palabra, los ojos totalmente abiertos. Lentamente, Sebastián se acercó al lector biométrico y se puso de pie frente a la cámara que se encontraba a la altura de su rostro. Una luz verde lo iluminó por unos segundos.

- Acceso denegado. Este sistema sólo puede ser operado por personal autorizado. Gracias.

Se dejó resbalar por la pared lentamente hasta sentarse en el suelo y miró a Jurgen, que no se había movido pero ahora lo observaba. Sus labios se abrieron y empezó a balbucear.

- Los registros... sólo figuraba uno... estábamos tan contentos que se hubieran conservado casi intactos al 99%... a menos que estuvieran ordenados por año y no por apellido... ese 1%... el reactor... quedan 6 minutos...
- Hey... ¿qué me puedes contar del futuro en seis minutos?

Dicen que llega un momento en el cual algunas personas analizan todas las opciones frente a una crisis y, al concluir que no hay salida posible, asumen su destino y aprovechan al máximo las circunstancias. Otros, se desesperan y pierden el control, llegando incluso a acelerar el fin. Jurgen y Sebastián resultaron ser del primer tipo. 150 años de anécdotas fueron comprimidas a 5 minutos e incluso sobró algo de tiempo para contar unos chistes y darse un fuerte abrazo. Cuando los bomberos llegaron, 24 minutos después, se sorprendieron de ver que una de las víctimas era un homónimo del jefe del laboratorio. La otra recibió la designación NN ya que no pudieron encontrar registro alguno.

Ambos datos pasaron a la policía. Uno de los oficiales a cargo de limpiar la zona le comentó a su compañero: "No lo vas a creer, pero este es el tipo al que le puse una multa hace cuatro años y nunca la pagó".



No comments: